El Museo de la Colonización de Esperanza fue inaugurado el 8 de setiembre de 1956 cuando la colonia Esperanza cumplió 100 años.
Después de muchas idas y venidas fue reabierto el 8 de setiembre de 1968. El lugar que ocupó y ocupa actualmente era el que pertenecía a la Usina Municipal, inaugurada en 1906. Luego, en 1988 se amplió ocupando las instalaciones del Mercado Municipal.
Santa Fe practicaba antes de la llegada de los inmigrantes una industria pecuaria para el consumo local y el pequeño comercio de cueros. Las tierras donde se establecieron las primeras colonias agrícolas formaban una llanura limitada por el río Salado al este. Tenían propietarios desde antes de 1692 según el historiador P. Pedro Grenón. Eran sus dueños santafesinos y cordobeses. Solo estaban habitadas pocas estancias a las que rodeaban tierras fiscales o que limitaban entre sí en forma a menudo imprecisa. No solo los aborígenes merodeaban en estos sitios, sino también criollos y mestizos, más temibles que aquéllos; vagos y malentretenidos había en los bosques santafesinos en las islas del Paraná y en el Chaco. Esta gente se refugiaba en los montes para liberarse de una citación del servicio militar, de la acción de la justicia y de la cárcel. Tanto éstos como los indios eran codiciosos de la ropa, del calzado, pero sobre todo de los caballos de las estancias.
Éstos se trasladaron en barcos veleros. Se conserva un sextante que perteneció al tipo de embarcación que se usaba en la época. Baúles y herramientas que trajeron consigo para el inicio de una nueva vida. Los inmigrantes debían pagar antes de partir una suma de 150 francos, por lo menos, como adelanto de gastos de viaje, desde el puerto de Dunkerque a Buenos Aires. Se transportaba entre 200 y 300 personas por barco. Los víveres eran suministrados por los fletadores del buque y se componían, por persona mayor, en concepto de tiempo de viaje, cuyo máximo se contaba en 80 días, aunque el término medio del viaje de Dunkerque a Buenos Aires, no era más que de 50 días, en:
Galleta blanca 44 kilos
vino 36 litros
café 1 kilo
Legumbres secas 7 kilos
arroz 6 kilos
aguardiente 4 litros
Pan fresco 3 veces por semana
azúcar 2 kilos
Carne salada 15 kilos
queso 1 kilo
Condimento y manteca
Para los niños menores de 10 años, se calculaba la mitad de esta ración. Los pasajeros debían tener cajas o barriles y la vajilla; baldes, cestas, bolsos, cucharas, tenedores, cuchillos. Los empresarios no siempre cumplían con estos requisitos, por ejemplo, el vapor “La Mármora” trajo suizos y alemanes y según los pasajeros se los trató mal.
La colonia Esperanza fue fundada mediante el contrato de colonización celebrado entre el empresario salteño Aarón Castellanos (1799-1880) y el gobernador santafesino Domingo Crespo. El Contrato de Colonización contenía las siguientes cláusulas:
Firmantes: Gobierno de la provincia de Santa Fe Domingo Crespo. Representante Manuel Leiva. Aarón Castellanos.
Lugar: Santa Fe
Fecha: 15 de junio de 1853.
Contenido:
1. Promover y desarrollar la industria agrícola (algunos autores: James Scobie, Revolución en las pampas. Historia social del trigo argentino, 1860-1910, Buenos Aires, 1968, Ezequiel Gallo, La Pampa gringa, Buenos Aires,1984; consideran que el objetivo de la colonización en Santa Fe era detener el avance del indio o los mestizos escapados de la ley que perjudicaban las zonas de explotación ganadera)
2. Cada familia tendría 5 personas, masculinos en la mayor parte no menos de 10 años cada uno.
3. Las familias podían asociarse.
4. Debía traer grupos de 200 en el término de dos años (hasta llegar a los 10 años).
5. Castellanos formó colonias de 200 familias. Todo contrato que hacía no debía pasar los cinco años.
6. Lugar de establecimiento: margen derecha del Paraná, ambas márgenes del Salado, desde el pueblo viejo de San Javier al Norte, propiedad pública.
7. Cada familia recibiría 20 cuadras cuadradas. 33 hectáreas. A los cinco años de la llegada la propiedad quedaría de los colonos.
8. Trazado: 2 secciones de 100 familias cada una, enfrentadas, 100 cuadras distantes una de otra. Tres cuadras de latitud para ser vendidas por el gobierno. La mitad de lo obtenido sería para la Provincia, la otra mitad para la Caja Comunal que lo destinaría a adelantos públicos.
9. Campo comunal de 4 leguas cuadradas.
10. Adelantos reembolsables en dinero a los dos años. 1 rancho, de dos habitaciones cuadradas de 5 varas (4 m x 4m) comunicadas entre sí, una puerta y una ventana. 50 patacones en harina, semillas de algodón, tabaco, trigo, maíz, papas y maní para sembrar diez cuadras. 12 vacunos, 2 caballos, 2 bueyes para labor, siete vacas y un toro para cría. Si las cosechas eran malas pagarían a los 3 años.
11. Los colonos desmontarían los terrenos. Cultivarían la mitad, la otra mitad la usarían como quisieran.
12. Las colonias pertenecerían a la provincia. Tendrían administración civil y judiciaria, desempeñada por un Juez de Paz nombrado por el gobierno, entre los mismos colonos o los hijos del país.
13. Comisión colonial compuesta por 10 personas: consejo para asesorar al Juez de Paz. Funciones: votar los fondos invertibles en algún objeto público colonial y presentar al gobierno la conveniencia o necesidades de mejoras justas y posibles.
14. Los colonos sujetarán sus industrias a las leyes del país.
15. Durante 5 años no pagarán impuestos personal, mueble o inmueble.
16. Derechos de importación y exportación o contribución directa serán los mismos en las colonias que en la provincia.
17. Excepción del servicio militar. Podrán organizar una guardia cívica nacional, para la propia defensa y la seguridad del orden en la colonia, servicio circunscripto a ella, los colonos no pueden ir armados más allá de un radio de una legua.
18. Castellanos debe avisar 4 meses antes de la llegada de los colonos.
19. La provincia concede a Castellanos 4 leguas de frente y 4 leguas de fondo sobre el Salado de propiedad pública para cría de ganado vacuno y lanar.
20. Ratificación
Adiciones:
1. Vapor prestado por la nación para el traslado de los inmigrantes.
2. Castellanos no puede exigir a las familias más de una tercera parte de sus productos y solo por cinco años.
3. Para proteger a los colonos de los indios el gobierno establecerá fortines.
El contrato no se cumplió estrictamente, por ejemplo: se cambió el lugar del emplazamiento. Fue para que la colonia parapetara las indiadas más lejos en vez de hacer fortines. La Comisión encargada y presidida por Foster ( tenía campos más al sur) resolvió el 28 de agosto que el lugar para la colonia fuera en los campos de Iriondo donde estaba el Fortín Iriondo que era un Piquete o Cantón custodiado por el Capitán Reyes. El sitio era pleno monte
Aarón Castellanos reclutó familias con ayuda de agentes de viajes europeos (Carlos Beck, perteneciente a la agencia Beck-Herzog que tenía sede en Basilea; Vanderest representante en Dunquerke de la agencia Textor que tenía sede en Frankfurt), en Suiza (cantones de Valais, Aargau, Berna, Zurich y Vaud), Alemania (Hesse en su mayoría), Francia (Saboya y otras regiones), Bélgica y Luxemburgo. Desde 1858 aproximadamente hay en la colonia, inmigrantes italianos llegados fuera del contrato,. El nombre de fundadores se reservó según el historiador Pedro Grenón para quienes vinieron entre los cinco u ocho primeros años de 1856 a 1864. “Más tarde vinieron inmigrantes mayormente de Italia y lynieras (sic). Estos[según el autor citado] ya no son fundadores sino acrecencia de coloniaje” (Grenón Pedro, La ciudad de Esperanza, T.I, p. 105).
El 26 de noviembre de 1855 se realizó el amojonamiento de las tierras por Augusto Reant. El 25 de enero de 1856 los inmigrantes están en Santa Fe; hasta el 9 de febrero, permanecen en La Estanzuela, propiedad de Pascual Echague, en Guadalupe.
Según Zbinden, a fines de febrero, principios de marzo de 1856, llegaron a Esperanza 191 familias (1167 personas) de las cuales 52 % eran suizas, 29,3 % alemanas y 13,6 eran francesas. Un tercio de las familias eran protestantes. Estaban divididas por la lengua en dos grupos: franceses y alemanes (Según Schobinger, Juan, en Inmigración y colonización suiza en la Argentina, 69 familias católicas de habla francesa, 55 familias católicas de habla alemana y 77 familias protestantes de ambas lenguas). Según el contrato, cada familia, constituida por lo menos por cinco miembros adultos recibió 33 hectáreas, más un rancho de barro y paja. En su construcción intervinieron indios de la Reducción de San Jerónimo del Sauce a los que el gobierno pagó como peones. Para su construcción se medía en la tierra un rectángulo y se apisonaba el suelo. En los cuatro extremos se hundían postes y se los aseguraba firmemente en la tierra. Con cuerdas o alambres, se amarraba a ellos varas de árboles jóvenes, para formar un esqueleto. Luego se agregaba un techo de paja. Cerca de allí se cavaba un pozo donde se mezclaba tierra, agua y estiércol. Entonces se tomaba manojos de paja, se los cubría con esta mezcla y se los entretejía con las varas del esqueleto para levantar las paredes. En torno de los bordes inferiores de estas paredes se apilaba tierra que más tarde se apisonaba. Tenía terminado, de 10 a 15 m2 de espacio habitable, la puerta estaba cerrada por un cuero o un trozo de arpillera. Si la comida se cocinaba en el interior, había un agujero cerca de la cumbrera, bajo los aleros, para la salida de humo. Un alero adosado a un costado del rancho, protegía un pequeño horno de adobe, así como el fogón para cocinar los alimentos.
Las viviendas más importantes eran construidas con adobes secados al sol, hechos de barro y paja. Unas pocas sillas o bancos hechos a mano servían de asientos.
Vestimenta: predominaban las telas de algodón baratas. Muchos adultos así como los niños, se pasaban descalzos todo el año. Las ropas domingueras se reservaban para las ocasiones especiales de una visita al pueblo. Los pantalones y las faldas, las camisas y las blusas de todos los días, eran usados hasta que quedaban hechos jirones, y luego remendados y vueltos a remendar. Las instalaciones sanitarias eran desconocidas.
Una jornada de dieciocho horas de labores agotadoras era común durante las temporadas de siembra y cosecha.
Cinco años después de la fundación de Esperanza, ésta consolidó definitivamente su existencia legal con la creación del Concejo Municipal, el 26 de mayo de 1861. Recién en los últimos días de 1862 se comenzaron a otorgar los títulos de propiedad a los colonos.
En 1869, Esperanza en el área urbana tenía 344 habitantes, en 1881, más de 2000 y en 1903, 6585 habitantes, en 1939 contaba con 18.000 habitantes, hoy (2005) tiene 45.000 habitantes.
Símbolo de la partida son los enormes baúles en los que los inmigrantes traían su ropa, sus utensilios de cocina, sus herramientas para trabajar la tierra, practicar la carpintería y la herrería, los libros entre ellos la Biblia.
Las mujeres especialmente traían sus trajes de novia ya que existía la costumbre sepultarlas con esta vestimenta. Hasta 1920 aproximadamente, los trajes de novia eran negros. Este color simbolizaba la fertilidad, la solemnidad de la ceremonia, la distinción. Se expone el traje de novia de Cristina Bigatelli de Zehnder (1916). El de novia blanco que perteneció a Clorinda Ronchetti de Tabernig (1906). Este tipo de traje comenzó a usarse hacia 1900 y simbolizaba la pureza, la virginidad; junto a él observamos un traje de bautismo. El chal negro perteneció a Magdalena Moritz de Tabernig. Magdalena era una joven protestante que se enamoró de Alois Tabernig, un viudo, de origen austriaco, católico, con tres pequeñas niñas. Como en esa época para casarse las personas de distinta religión tenían que abjurar de su fe, ni Magdalena, ni Alois, quisieron hacerlo y, tanto el sacerdote católico, como el pastor protestante no quisieron casarlos, entonces Alois tomó a Magdalena y se casó en la plaza frente a sus parientes y amigos. Este acto es un antecedente de la creación del Registro Civil, instalado en la provincia de Santa Fe en 1899.
2. Los pequeños ranchos fueron cambiando, hacia 1860, luego de muchas penurias (malas cosechas, sequías, inundaciones y langostas) los inmigrantes lograron progresar.
En 1872, algunos observadores describieron a las colonias santafesinas como teniendo un “ligero aire europeo”, con un claro patrón de diversificación dentro de cada chacra. Era significativa la proporción de tierras dedicada a verduras y hortalizas y a la cría de aves.
Santiago Denner (1843-1924) llegó a Esperanza alrededor de 1870. Se casó con Emilia Vollenweider la hija del agrónomo que trajo Carlos Beck-Bernard, fundador de la colonia San Carlos para fundar una granja modelo. Pronto se transformó en un importante empresario relacionado con la compra-venta de tierras. Poseía un molino harinero en donde hoy se levanta la Casa de la Colonia (1874) (Rivadavia y Avenida. Los Colonizadores). La cama expuesta en el Museo perteneció a esta vivienda así como el juego de sala ubicado en la tarima contigua.
Luego de una visita efectuada en 1894, el embajador norteamericano señaló que las “casas eran lindas, buenas y confortables”.
En el poema “Familia”, José Pedroni dice: “Juan Grenón duerme en el suelo, vestido,/ duerme Pedro Gregorio,/ duermen Félix e Ignacio; /duerme Teodoro, / duerme Filomena, / duerme Adelina con su pelo de oro.../ Sólo tú, María Paciencia, madre de todos/ -madre de tus hijos/ madre de tu esposo-, / tienes en la puerta,/redondos, los ojos./ Luna de la selva/ sube entre algarrobos,/ luna del Salado, /amarilla de aromos.” (Pedroni, José, Obra Poética, p. 48).
Las primeras planchas se calentaban directamente sobre el fuego, luego se utilizaron las que llevaban brasas. Al principio los inmigrantes traían sus utensilios, luego, a partir de la instalación de los negocios de Ramos Generales compraron productos de fabricación inglesa.
Los inmigrantes introdujeron grandes cambios en el sistema alimenticio de la Argentina. Los gauchos se alimentaban de carne, galleta y mate. Aunque en las casas se consumían frutas y legumbres, la dieta básica era la carne, asada o guisada. Entre los frutales eran típicos los durazneros que proveían a los criollos de frutos y leña, las higueras y los naranjos. Cuando llegaron a Santa fe los colonos fueron obsequiados por los nativos con duraznos e higos. El poema de Pedroni, hecho sobre el relato de Magdalena Seppey de Gay, refiere que la joven alemana Ana Esser muere ahogada al caer al Paraná y que “canoas llenas de voces/la buscan entre naranjas” (Pedroni, José Obra Poética, p. 26) .
Pailas usadas para cocer dulces, tablas para cortar repollo que se dejaba fermentar en salmuera y vinagre dentro de barriles para hacer chucrut (Sauerkraut).
Los colonos introdujeron el consumo de productos lácteos. Mantequeras en las que se fabricaba manteca casera que luego se vendía envuelta en hojas de repollo en Santa Fe. Molde y coladores para hacer quesos.
El café se compraba en grano, se tostaba, se molía y luego se preparaba. Planchas para hacer masitas (briselets o waffla). Los briselets se hacían con una masa más líquida (huevo, azúcar, harina y leche), por eso eran más delgados y crocantes. Las wafflas, tienen la forma de un panal de abejas y son un poco más gruesas. Se hacían en gran cantidad y se comían untadas con dulces, queso, etc.
En los primeros tiempos la dieta básica estaba constituida por maíz y porotos. La carne aparecía en la mesa del agricultor triguero sólo en la época de cosecha, a fin de proporcionarle fuerzas para las calurosas y polvorientas operaciones de la trilla. Y en esos casos se la compraba, ya trozada, en el carro o la tienda del carnicero. Modesto en sus alimentos, el colono era igualmente moderado en su bebida. El vino tinto era señal de acontecimientos sociales determinados, un día festivo, una visita de pueblo, la llegada de un huésped distinguido. Como en el caso de la carne las bebidas fuertes o el alcohol de caña, hacían su aparición en la época de cosecha y servían más bien de estímulo que como motivo de sociabilidad.
Por lo general, se hacían cuatro comidas diarias: el desayuno en el que se tomaba leche y se comían, pan al principio algo negruzco por la mala calidad de la harina obtenida, quesos, embutidos y dulces caseros. El almuerzo, más abundante, era a las doce, se tomaba sopa, luego se comía el puchero o bien guisados. A la tarde durante la merienda se tomaban mates con pan, dulce, o embutidos caseros. La cena se servía a las seis, era frugal, por lo general se tomaba café con leche (si había café), huevos, tocino y embutidos con pan casero. Los colonos llevaban una vida muy disciplinada, no tomaban nada fuera de estas comidas. Las tortas, masitas y otras exquisiteces se reservaban para las fiestas: casamientos, bautismos, Pascuas o Navidad. Las bebidas eran el agua, el mate adoptado de los criollos, el vino (siempre con las comidas, nunca cuando se trabajaba) y la cerveza, ésta última generalmente en las fiestas.
Guillermo Lehmann nació en Sigmaringendorf (Suiza) el 20 de agosto de 1840. Tenía 24 años cuando llegó a Esperanza. Fue comprador y vendedor de tierras. En el período de la Guerra con el Paraguay (1865-1870) fue proveedor de ganado y armas del ejército de Mitre. Estuvo radicado dos años en Buenos Aires (1862-1864). El 24 de marzo de 1873 comenzó su desempeño como escribano público y de número. Se desempeñó en esta función hasta 1875. En 1876 se dedicó a la empresa colonizadora. Como “Encargado Nacional para fomentar la inmigración europea a la República Argentina” fomentó la llegada de colonos italianos que se radicaron en las colonias por él fundadas (por ejemplo, Rafaela). En 1873 compró el terreno ubicado en la esquina NO de la plaza principal donde construyó su casa, conocida como “Palacio Lehmann”. El constructor fue José Forte, constructor del Palacio Municipal (1883). Tenía dos plantas, un mirador cerrado con cristales, un magnífico jardín con un gran lago, fuentes, tapiales con guardas en relieve y piedra calada en algunas partes. Otros sectores estaban decorados en cerámica y mayólicas. En el zaguán de entrada se hallaba esta escultura. En 1877 organizó la imprenta “Esperanza” arrendando a Carlos Kleiber Gietz las instalaciones. Publicó en 1878 el periódico “El Colono del Oeste” en el que asesoraba a los agricultores en las tareas del agro, acerca de los factores climáticos, sobre la marcha de la inmigración y del establecimiento de nuevas colonias.
Se desempeñó entre 1867-1868 y 1868-1872 como Juez de Paz y su intervención en situaciones vinculadas con los colonos despertó en él su vocación por la colonización. Fue presidente de la Sociedad Suiza.
El 4 de octubre de 1886, en el Hotel La Universal de Rosario Guillermo Lehmann confirió poder general a Alberto Hugentobler y a Juan Stoessel para que administren y gobiernen sus negocios en Esperanza y en cualquier punto de la República.
En Buenos Aires en el hotel “Paris” se suicidó el 10 de octubre de 1886.
El 13 de setiembre de 1965, sus restos fueron trasladados del Cementerio de Esperanza al de Rafaela.
Los suizos eran hábiles tiradores. Entre los colonos vinieron algunos que habían servido como soldados en los ejércitos europeos, es el ejemplo del capitán Favre, que se desempeñó como comisario rural en la colonia.
También Juan Grenón que había servido en el ejército francés. Adolfo Kess que participó en las luchas revolucionarias en las que perdió un ojo, se desempeñó como Juez de Paz y como presidente del Concejo. Los suizos son afectos a la práctica de tiro y, la cacería es una de sus actividades favoritas. En todas las colonias en las que hubo suizos, la primera institución social que se fundó fue el Club de Tiro. En Esperanza, el Tiro Suizo se fundó en 1866. El fúsil típico de los suizos era el Vetterli. En 1879, se introdujo en nuestro país el fúsil Remington de origen norteamericano, fue el arma del ejército nacional. En nuestra ciudad lo llevaba la Guardia Nacional y lo usaban los hombres que practicaban tiro en el club de tiro. Los colonos trajeron también, escopetas fabricadas en Bélgica y en Francia. Son de aproximadamente 1800, las usaron para cazar animales silvestres (ciervos, perdices, vizcachas, etc.), En los primeros años la caza fue parte de su alimentación, ya que las primeras cosechas fallaron por falta de conocimientos acerca del ciclo de las estaciones, o inexperiencia de los inmigrantes.
Los colonos usaron sus armas contra los indígenas, los gauchos matreros que robaban ganado y en las revoluciones como por ejemplo en 1893, cuando el gobierno santafesino gravó con un impuesto el trigo y suspendió el derecho de voto a los extranjeros.
2. Implementos agrícolas de los primeros tiempos
Al llegar las primeras familias (muchas eran agricultoras en sus lugares de origen, otras no) encontraron diferencias de paisaje (la mayoría provenía de zonas montañosas, particularmente los valesanos, los saboyanos y los piamonteses), de clima (muchos conocían intensas nevadas), en la configuración de las chacras (muy pequeñas, pedregosas en las zonas de montaña) en las técnicas usadas en las faenas agrícolas (aquí debieron desbrozar el monte, allí en Europa debían quitar las piedras para después cultivar, herramientas como el pioche, tuvo poca utilidad en nuestros campos). El principal cultivo fue el trigo. Al principio hubo muchas dificultades, sequías, inundaciones y langostas. Los colonos vivieron de la venta de carbón obtenido de los árboles de los montes cercanos, los primeros cultivos fueron poroto, papa, patata, zapallo y frutas (en general duraznos e higos). Alrededor de 1870 comienza a sembrarse lino y cebada. El maíz constituyó uno de los productos más explotados. Había muchas desgranadoras.
Los colonos trajeron consigo las herramientas de trabajo: hachas, hoces, arados, etc. Las primeras herramientas eran de madera. Posteriormente se instalaron en las colonias herreros y carpinteros que construyeron todo tipo de herramientas.
En 1864 se generalizó el arado americano junto al cual había otros de construcción “inglesa” y “francesa”. El herrero tirolés Alois Tabernig, que había llegado a Esperanza en 1864, instaló un taller para fabricar diversos tipos de implementos agrícolas. Para arar se emplearon bueyes y caballos, la siembra se realizaba al voleo. Uno de los problemas que tuvieron los agricultores fue el cercado de sus campos para impedir que el ganado invadiera las sementeras, pues las colonias se instalaron entre las estancias de los hacendados locales y el monte habitado por indígenas y matreros. Los primeros cercos que se hicieron rodeaban los corrales, las pequeñas quintas y jardines, para su construcción se emplearon postes de madera y hojas de tuna. Alrededor de 1872 algunos cercaban con alambre. A partir de entonces, debido a la constante valorización de las tierras y a las mejores condiciones económicas de los colonos, el cerco de alambre fue aumentando. En 1883, la mayoría de las concesiones se hallaban alambradas.
A fines de primavera (octubre-noviembre) maduraban los trigales, las jornadas de la cosecha se desarrollaban durante los meses de diciembre-enero. La siega era la parte más dura de las tareas agrícolas, el segador solía traer en su mano izquierda un guante de cuero sin curtir. Mientras sujetaba con él las espigas, las cortaba con la hoz y las depositaba enseguida en la bolsa que, suspendida de los hombros, caía sobre el pecho. Colmada la bolsa, la vaciaba sobre un cuero de vacuno o yeguarizo, que hacía las veces de carro. La hoz fue desplazada por la segadora. El norteamericano Evans importó en 1864 cinco segadoras. El acarreo de las espigas se hacía primeramente en trineos de madera, luego con carros de dos y cuatro ruedas tirados por caballos.
Transportadas las gavillas y amontonadas junto a la era, daba comienzo la segunda etapa de la cosecha triguera: la trilla de yeguada. Consistía la era, un piso de tierra dura y alisada, de forma circular, con unos 30 metros de diámetro rodeados por un cerco de postes, generalmente reforzados y complementados mediante tientos de cuero. Las gavillas de trigo eran pisadas por 15 o 20 caballos. Un hombre montado, andaba adentro y animaba los caballos, con un látigo y gritos para que diesen vuelta al circo hasta que todo el trigo quedaba trillado por sus pisadas.
Así mezclados sobre el piso de la era, la semilla y la granza, se las arrojaba con grandes palas contra el viento, y con el posterior empleo de la zaranda se obtenía grano limpio. A veces estos trabajos lo realizaba un cosechero que percibía un tercio de la cosecha. O sino el dueño del campo, junto con sus hijos, valiéndose de sus propios elementos de labor, auxiliado por algunos peones o vecinos y caballos alquilados realizaba esta tarea. Con posterioridad se introdujeron las máquinas que mejoraron la limpieza del cereal.
El cereal obtenido se vendía a las casas de negocios acopiadores de la colonia Esperanza (Oggier, Gabriel, SVD y Jullier , Emilio, Historia de San Jerónimo Norte, Rosario, 1984) . Por ejemplo a la de Guillermo Lehmann o a la de los hermanos Vionnet.
El trigo se limpiaba con el ventilador de cereales que permitía separar el grano limpio de las impurezas para luego ser embolsado.
Los herreros eran los encargados de construir las rejas de los arados, reparar las llantas de los carros, etc. Nicolás Schneider (de origen alemán, de Rottweil), fue el primer varón que nació en Esperanza, en 1856. Su padre era herrero, se asoció con Riby para comprar una concesión a Deforel donde instalaron la herrería, era un viejo rancho formado por los ladrillos hechos por ellos mismos. Nicolás (h) aprendió su oficio en Alemania donde fue a estudiar a los 18 años (1874). Trabajó en Zurich, tenía contrato por dos años. Trabajó tres meses gratis, luego cobraba un franco por día. Se mudó a Saint Gallen a los 6 meses. En Wintherthur lo despidieron porque no conocía el oficio. Regresó a Esperanza en 1877. Se asoció al relojero mecánico Federico Urfer, mediante un contrato. Esta firma duró 10 años. Tenía un horno de fundición pequeño, trabajaban él solo y un ayudante. Luego con su hermano instaló una herrería con cuatro operarios. Fabricaban arados sencillos. Su salvación fue la venta de repuestos. La competencia con los mayoristas Drysdale y Agar Cross era muy fuerte. Su sembradora fue un éxito. En 1880, sus productos fueron expuestos en la Exposición Continental en Buenos Aires. Al arado llamado Universal (que puede observarse en la sala) siguieron luego de 1900 los arados dobles, triples y las sembradoras al voleo. También se construían carros, chatas, etc. Nicolás Schneider falleció en 1930.
En la década de 1920, se iniciaba un nuevo sistema para la trilla de los cereales (trigo) y oleaginosas (lino). La incorporación de máquinas corta y trilla, hoy denominadas cosechadoras, que efectuaban el corte en planta y trillaban al mismo tiempo, era un sistema que traía inconvenientes cuando lo que se quería cosechar no tenía una madurez pareja o tenía muchos yuyos verdes que impedían el buen funcionamiento de la trilladora. Para solucionar esto se debía cortar el cereal en hileras con máquinas espigadoras y luego dejar secar varios días los yuyos y las malezas. Para levantar las hileras a la plataforma de la cosechadora se necesitaba un implemento especial. Santiago Mainardi con la colaboración de su hijo Gaudencio, en 1924 ideó y construyó un aparato recolector con un sistema de cilindros giratorios dentados. En 1924 solicitó la patente de invención. Se inició así, la construcción de recolectores en serie por Mainardi y sus hijos. Hacia 1942 habían vendido un total de 4000 aparatos. Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, que interrumpió la importación del metal usado para su construcción, debió suspenderse la fabricación de recolectores. El aparato que exhibimos en el Museo fue vendido en 1926 en la localidad de Humboldt. Carlos Mainardi, lo recuperó, lo restauró y lo donó en 1988.
Uno de los problemas más difíciles que debieron enfrentar los agricultores fue la langosta. Eran espesas nubes de langostas que digerían las mieses arrasadas en los campos, producían con sus alas una gran estridencia y dejaban, una vez muertas, un olor nauseabundo. Los hombres, las mujeres y los niños agitaban especie de banderas elevadas en el extremo de largas picas y golpeaban tambores para espantarlas.Los paraísos, árboles de origen chino, tienen fama de ser los únicos que se salvaban del voraz insecto.
Las langostas venían del Chaco (siempre llegaban del norte). Se presentaban por millares de millones desde diciembre a febrero. Su paso era señalado por los telegramas de los periódicos, formaban un frente de varios kilómetros y un fondo de 30 o 40 kilómetros, obscurecían la luz del día, como si las nubes ocultasen de pronto el sol. Los devastadores insectos roían desde la noche a la mañana, los tallos tiernos del trigo, del maíz y del lino y las hojas de los árboles. Si no había hojas ni brotes o retoños roían hasta la corteza. Durante la noche se oía el ruido de las ramas que se desgajaban por el peso de los insectos posados en ellas, y al amanecer todo estaba desvastado. Cuando entraban a la casa del colono roían todo lo que encontraban que sea de origen vegetal como cortinas, servilletas, manteles, sábanas, colchas, camisas, el lienzo almidonado y hasta la lana. Las gallinas que las comían producían huevos con el olor nauseabundo de estos animales.
Se presenta bajo dos formas. Cuando es joven no tiene alas y sólo puede saltar (saltona). Al crecer se convierte en la langosta alada (voladora). La más fácil de combatir es la primera forma.
Todo propietario estaba obligado a construir zanjas, cercadas con planchas de chapa de zinc lisas (chapas-barrera), alrededor de los terrenos en los que la langosta se posaba y depositaba sus huevos. Cada langosta pone 90 huevos y puede poner hasta seis veces. A los cuarenta días salen las saltonas de los huevos y no las pueden detener ni los ríos ni las hogueras que se encendían ante ellas. Las que morían quemadas o ahogadas servían de puentes a las que las seguían. Cuando caían en las zanjas preparadas para ello, las cubrían de tierra o las quemaban con los lanzallamas. La Defensa Agrícola suministraba gratuitamente el zinc necesario para las barreras así como el kerosene y la creolina con que se las quemaba.
El gobierno concedía una prima de 80 centavos por cada 40 kilos de langostas voladoras que metidas en bolsas eran presentadas en las cabeceras de los departamentos. Este método no dio resultados, pues las personas encargadas se corrompían, aceptando coimas de quienes no las destruían en sus campos. Recién se acabó con ellas alrededor de 1950 con la fumigación aérea y el uso de DDT en la zona del monte chaqueño.
Industrialización del trigo para obtener harina: muela del primer molino harinero (1859) autorizado por el Gobierno provincial a Antonio Gaspoz, quien lo instaló a orillas del arroyo Cululú. En nuestra zona las atahonas, pequeños molinos a muela y los de vapor estaban muy difundidos.
El molino de vapor instalado en la colonia San Carlos, por Guillermo Bauer y Juan Siegel fue uno de los primeros molinos de vapor de la Argentina.
Esperanza llegó tener 8 molinos harineros alrededor de 1890. Al inaugurase el ferrocarril (1885), los productores prefirieron vender su producción al puerto de Rosario que pagaba más. Al no poder competir con este precio, muchos molinos fueron cerrando.
Medios de transporte. Las rutas eran siempre de tierra. Después de una fuerte lluvia se tornaban intransitables durante muchos días para los pesados cargamentos, por el contrario después de cierto tiempo de sequía, el vehículo más liviano que circulaba levantaba torbellinos de polvo. Los colonos tenían para trasportarse carros de dos y cuatro ruedas, tirados por caballos. El río Salado se vadeaba con facilidad en carruaje y a caballo cuando estaba bajo, sino en chatas (balsas). En 1864 se construyó el Puente Mihura y en 1896 el Puente Vinal.
Nueces o centro de la rueda de las carretas, medio de transporte usado en nuestro país para trasladar los productos a larga distancia. Eran “un rancho nativo sobre ruedas”, el cuerpo de la carreta estaba compuesto de un esqueleto de estacas, cubierto en los costados y en la parte trasera por juncos pequeños, y techado con cueros vacunos, que la protegían de las lluvias más intensas. Tenían más de tres metros y medio de longitud, un ancho de sólo un metro y medio. Estaban montadas sobre dos ruedas de extraordinario diámetro. Transportaban dos toneladas de mercancías, eran tiradas por seis bueyes, viajaban en grupo de quince a cincuenta, con fines de protección y ayuda mutua. El viaje de Rosario a Córdoba llevaba un mes y el de Buenos Aires a Salta tres a cuatro meses.
Riel y palanca de cambio del tranvía. En Esperanza funcionó en 1880 un sistema de tranvías que desde el ferrocarril recorría la zona de molinos harineros. Se usaba para transportar la harina al ferrocarril.
8. Herramientas de carpintería y de herrería: Desde muy temprano se radicaron carpinteros y herreros en Esperanza, muchos de ellos eran inmigrantes que desempeñaban el oficio en su país de origen, que invitados por sus parientes, se establecieron frente a la oportunidad de progresar reparando las herramientas de los colonos.
Hubo importantes fábricas de carruajes como las de los Rudolf (colonos suizos del cantón de Aargau) y los Tschaggeny (cantón de Berna).
Entre los carpinteros se destacó Pedro Bielsa, de origen español, se estableció en Esperanza en 1890. Muchos aprendieron en su taller.
José Stocker, de origen tirolés se dedicó a la construcción de muebles de estilo así como de muebles para las iglesias. Destaca en el Museo su magnífico púlpito.
Muchos italianos desempeñaron esta actividad, desde 1880 aproximadamente eran conocidos los muebles de Primo Paravano (fotografía de Paillet) y de Vicente Marcuzzi. Después de la década del 20 las mueblerías proliferaron hasta alcanzar la importancia que tienen hoy día.
En las herrerías se reparaban los arados, los carruajes, se realizaban rejas para las viviendas, cruces para los cementerios, herraduras para los caballos. Era un trabajo artesanal. Los fuelles se usaban para avivar el fuego de las fraguas en las que se calentaba el hierro para luego ser moldeado a golpe de martillo. Observamos el fuelle de la herrería Kissner, ubicada en la sección Oeste, en la concesión de Schuck (Fotografía de Fernando Paillet de la herrería de Santiago Huber).
9. Carruajes. Berlina que perteneció a la familia Freyre. Carruaje cerrado con capacidad para cuatro personas. Tiene su origen en el carruaje fabricado por Federico Guillermo, elector de Brandenburgo a fines del siglo XVII. En el siglo XVIII era preferida en la ciudad por su agilidad y para viajes largos por su robustez y seguridad. Era un coche de corte y ceremonia. Fue usada por los presidentes Sarmiento y Avellaneda cuando visitaron la colonia en 1870 y en 1879 respectivamente.
Aborígenes
La presencia del hombre en la llanura pampeana presenta una serie de incógnitas ya que los estudios acerca del tema son escasos. Podemos reconocer distintos momentos: prehistoria: hombre de Esperanza, período prehispánico: presencia de tribus a orillas de los ríos, probablemente las mismas que hallaron los españoles en Santa Fe La Vieja o tribus de origen chaqueño, período coincidente con la instalación de los españoles: los grupos fueron diezmados o mestizados, en el siglo XVIII, probablemente habitaron en las reducciones, mientras que deben haber perecido en las guerras de la independencia y en las guerras civiles. En la zona quedó la reducción de San Jerónimo del Sauce compuesta por tribus de abipones creada en 1821 por el Brigadier López. Durante la época de la colonización suiza alemana la presencia de los aborígenes es relativa según Gastón Gori. Sin embargo, su presencia genera temor a partir de 1870 cuando, por las campañas realizadas al Chaco, muchos son empujados hacia el sur, acercándose al territorio de las colonias.
Llanura formada durante la era cuaternaria. Formación de lagunas. Clima cálido.
Gliptodonte (parecidos a los actuales tatú-carreta) Su existencia se remonta a 1,6 millones de años. Se extinguieron hace 10.000años. Eran mamíferos, con cráneos cortos. Tenían sobre su cuerpo un caparazón grande de entre 2,50 y 3,50 metros de largo. Tenían todas las vértebras soldadas entre sí de tal forma que el espinazo formaba una sola pieza. Tenían una cola cónica y maciza de más de 50 centímetros de longitud, con la cual se defendían de los depredadores (tigre diente de sable). Era un animal pacífico, de paso lento y herbívoro. Tenía patas cortas, robustas y macizas y con fuertes garras. Superaba el metro de altura y su peso estimado oscilaba entre 1000 y 1500 kg. El nombre le fue dado por el sabio alemán Germán Burmeister en 1879, queriendo decir que tenía “dentadura esculpida”.
Hombre prehistórico La antigûedad del hombre pampeano se remonta a la era cuaternaria. Los primitivos moradores de la región produjeron “bolas” de formas variadas (piedra hendida) que luego fueron recogidas y usadas por los indígenas. Los hombres prehistóricos argentinos eran nómades y cazadores (Paleolítico Superior). Se establecieron tres “razas”. Chapadmalense, ensenadense y lujanense, de ésta última, se halló a las orillas del arrollo Cululú, una punta para flecha, trabajada en la extremidad apical de un cuerno de ciervo (Vignati, Milcíades Alejo Un vestigio de la queratotecnia del hombre fósil de Esperanza (provincia de Santa Fe), en Notas preliminares del Museo de La Plata, I, 7 y siguientes, Buenos Aires, 1931). Según los estudios, estos hombres practicaban ritos funerarios. Esta raza de hombres fósiles fue establecida según una decena de esqueletos hallados en distintos lugares del país, entre ellos en Esperanza. El hombre de Esperanza es el ejemplar mejor estudiado (Museo Argentino de Ciencias Naturales). El cráneo de este esqueleto es de desarrollo normal, pero si se lo considera en relación con la talla atribuible, alrededor de 1,60 metros, es considerablemente grande. Las curvas son de un desarrollo regular, frente relativamente alta, poco abovedada, región occipital bastante prominente, con una pequeña depresión en la región lábdica y tercio inferior de los parietales, cara baja y de un prognatismo débil; órbitas pequeñas; todo el conjunto tiene un aspecto grácil.
Considerado en su norma vertical el cráneo de Esperanza es de forma ovoide.
La bóveda craneana, vista de perfil, es relativamente alta, pero de curvas poco pronunciadas. La región frontal del cráneo de Esperanza no tiene desarrolladas las arcadas superciliares. Las mandíbulas son robustas. El cráneo de Esperanza puede ser considerado dolicocéfalo. Presenta indudables caracteres mongólicos. La antigüedad, posterior a la última glaciación corresponde a la época en que han podido llegar, por las vías de acceso orientales olas migratorias sudamericanas, originadas en los seres que poblaron el litoral bonaerense y santafesino.
Aborígenes. El Paraná y sus afluentes, el Salado y el Carcarañá estaban poblados por numerosos grupos aborígenes (timbúes y mocoretáes). Estos ríos sirvieron como vías de comercio. Las culturas típicas del Paraná sólo han penetrado pocos kilómetros por las riberas del Salado. (De Aparicio, Francisco, El Paraná y sus tributarios, en Historia Argentina, ANH, p.420.) Los yacimientos, que eran paraderos o cementerios, se hallan siempre a la vera del río o de sus afluentes, en los terrenos altos fuera del alcance de las inundaciones. Los restos se descubren a muy escasa profundidad –inmediatamente debajo del humus- y están constituidos, por fragmentos de cerámica dispersados intencionalmente, fogones y restos de comidas, mezclados con huesos humanos, producto de inhumaciones secundarias. Fueron recolectores. La caza y la pesca constituían su principal fuente de recursos. Viviendas, probablemente chozas. Andaban desnudos. Cerámica, modelado a mano. Decoración grabada, mediante presiones sucesivas ejercidas con un punzón cuya punta era chata y cortada en formas determinadas. Cocción deficiente. Fueron flecheros.
Grupo Guaraní.
Cazadores y pescadores chaquenses. En el siglo XVII ocupaban desde la zona chaqueña hasta las márgenes del Salado. Estaba formado por los grupos pilagás, matacos.
Recolección de frutos silvestres: chañar, algarroba, tusca, molle, frutos de cactáceas, pequeños ananás silvestres, tasi, meloncillos, porotos de monte eran objeto de una activa búsqueda por parte de las mujeres, que por la mañana salían de la toldería en grupo de tres o cuatro y en fila india, llevando consigo bolsas de caraguatá o de cuero de pecarí y sus hijos pequeños. Regresaban al atardecer. Algunas llevaban palas de madera en forma de remo con las cuales cavaban la tierra para extraer raíces. La algarroba se recolectaba y luego se almacenaba en trojas junto a las viviendas. La caza constituía la base de su alimentación. Cazaban tapir, pecarí, corzuela, ciervo, avestruces. También obtenían de la caza pieles y plumas con lo que confeccionaban vestidos y adornos. Las pieles eran vendidas en los boliches para obtener telas europeas, cuchillos y alcohol.
Practicaban una agricultura rudimentaria, en parcelas pequeñas sembraban maíz, calabazas y tabaco. La siembra y la cosecha estaban a cargo de las mujeres. Las palas de madera y los arcos se confeccionaban de jacarandá.
La carne se consumía asada, ensartada en asadores de madera o bien en hornos subterráneos. Con la algarroba se preparaba una especie de pan. La preparación de bebidas fermentadas se realizaba empleando fruta silvestre. Se molía la fruta en morteros de madera y mezclada con agua se depositaba en bateas formadas con troncos ahuecados, alrededor se sentaban muchos indios que toman puñados de algarroba molida, la chupan, la mastican y la vuelven a la batea escupiéndola, luego se espera la fermentación. Para aumentar la fortaleza del licor se agregaba miel. Luego se la bebía en fiestas de las que solo participaban los hombres.
Libros religiosos. Un tercio de los colonos eran protestantes. Los comienzos no fueron fáciles, las rivalidades existentes en Europa existían también en la colonia.
Uno de los problemas más importante fue la laicización emprendida por grupos liberales alrededor de 1860. El cementerio se hallaba dividido al igual que la colonia en dos secciones, la protestante y la católica. Existía una tercera parte dedicada a los aborígenes. Se ubicaba al sur dónde hoy se halla la plaza 8 de setiembre. En 1867 el Gobernador Nicasio Oroño sancionó una ley de cementerios y una ley que establecía el Matrimonio Civil. Esto generó numerosos enfrentamientos. En 1880 se clausuraron los cementerios ubicados 13 cuadras al sur de la plaza, y se los ubicó hacia el oeste en el terreno adquirido a Teodoro Rossler. En 1919 el Intendente Santiago Wernly adquirió a la Comunidad Católica la fracción de terreno que ocupaba el cementerio católico. En 1925 el actual cementerio fue remodelado por Julio Mázzaro e hijos. Se demolió el muro que separaba el Cementerio católico del Municipal, se construyó el peristilo de ingreso y se eliminó del frente el portón de herrería artística que se trasladó al Club Atlético Mitre (Moreno y Soler).
Las Biblias y los libros religiosos que se observan están escritos en francés y en alemán gótico. La Biblia escrita en Braile, perteneció al no vidente esperancino Ernesto Houriet, nació en Esperanza en 1905. Desmontando árboles con pólvora, una explosión le produjo ceguera total. Tenía 22 años. Aprendió a fabricar cepillos de cerda y fibras nacionales e importadas que eran adquiridos por la industria lechera de la zona. Aprendió a leer el sistema Braile en 1942, luego lo enseñó en Esperanza. Fue presidente de Caritas. Ernesto Houriet falleció en 1981.
La iglesia católica, al principio era un rancho de barro improvisado capilla. La primera misa se celebró el 15 de octubre de 1857, día de Santa Teresa, al aire libre. El 15 de abril de 1863 se colocó la piedra fundamental de la primera iglesia, obra de José Borla.
En 1864 se inauguró la iglesia con dos torres que en 1921 se derrumbó para construir la actual que fue inaugurada en 1932. La actual iglesia está construida en estilo románico.
Apenas un año después de la llegada de los colonos, ser reunieron los colonos protestantes en su comunidad para fundar un lugar donde reunirse, para la adoración de Dios. En los primeros tiempos hacían el culto y la escuela en una casa particular, situada al oeste de la plaza. Después la firma Beck y Herzog les regaló una cuadra de terreno situada cuatro concesiones al oeste de la plaza, en la cual edificaron la primera iglesia. Era un saloncito muy primitivo, de paredes de adobe crudo y techo de paja. Fue destruido por un voraz incendio, en el cual se quemaron las primeras actas, por eso no se conocen los nombres de los fundadores de la comunidad evangélica. En 1863 compraron a través del pastor metodista de Buenos Aires, un terreno a Magdalena Helig, ya que el juez de paz no autorizó la venta a los protestantes. En 1887 se colocó la piedra fundamental de la iglesia actual. Al principio el culto se celebraba en francés y en alemán, posteriormente solamente en alemán.
Sables, diplomas y fotografías que pertenecieron a la Guardia Nacional.
Estandartes de la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos fundada en 1878 y la Sociedad Alemana de Socorros Mutuos (Allgemeine KankenKasse). La primera institución fundada fue el Tiro Suizo en 1866. En 1870 se fundó la Sociedad de Hombres Cantores. En 1871, la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Unione e Fomento”, en 1874, la Sociedad Suiza Guillermo Tell, en 1875 la sociedad Alemana de Socorros Mutuos, en 1891, la Sociedad Española y en 1910 La Sociedad Argentina.
Estas sociedades cobraban una cuota mensual que cubría los gastos de atención médica, medicamentos y sepultura. También ayudaban a los inmigrantes recién llegados a obtener trabajo. Festejaban las respectivas fechas patrias. En ellas se realizaban bailes, cenas y pic-nics.
4. Material referido a la medicina.
El clima no era nocivo. Durante los meses de calor la colerina era endémica; durante el invierno, la mortalidad era superior: la angina diftérica provocaba grandes estragos, sobretodo en los niños, el tifus y la viruela se declaraban a veces en forma violenta, diezmando familias enteras. El cólera hizo estragos durante el verano de 1867-1868. El 4 de enero de 1868, se realizó en el Concejo una asamblea extraordinaria para tratar un problema crucial: el cólera.
Medidas tomadas:
1. Un hospital para los enfermos de cólera.
2. Camas, frazadas y escupideras.
3. Personas enfermas
4. Un carro para la conducción de los enfermos y cadáveres.
5. Un carpintero, algunos cajones y orden de entierro.
6. Remedios de desinfección y manutención para los enfermos.
El 23 de enero de 1868, se decidió por unanimidad, que en vista de los desórdenes que hay en el cementerio, en los entierros de los hijos del país (criollos), y, considerando las malas consecuencias que podrían resultar por tales desórdenes, se dé aviso a todos los jueces y comisarios del vecindario, que quedan prohibidos a contar del veintiséis del corriente, los entierros para los que no sean habitantes de ésta, en el cementerio, y que deben enterrar sus cadáveres en un lugar que el señor cura les designará y bendecirá al efecto.
El 22 de marzo de 1868 hubo una gran necesidad de nombrar para varias familias tutores para los huérfanos y familias de las cuales faltasen uno u otro de los padres.
La misma peste se repitió durante el verano de 1886-1887, a causa de la llegada de un barco con inmigrantes italianos enfermos al puerto de Rosario.
En 1870, se nombró por primera vez un médico de policía. Llegó a ser un importante funcionario. El falso médico Teófilo Romang desempeñó este cargo en Esperanza en la década de 1860. De 1870 a 1886 desempeñaron este cargo los doctores Dillmann y P. Merlini.
Libros de Amado Aufranc (suizo de Orvin, cantón de Berna, tenía 21 años cuando llegó a la colonia). Sin ser médico trató de paliar los efectos del cólera en 1867 y en 1886. Elaboró siguiendo el Manual de medicina de Raspail (francés) una receta anticolérica cuya base era aguardiente más canela y otras especias. Todo se dejaba macerar al sol y luego se tomaba en dosis.
Instrumental del primer médico cirujano que tuvo la colonia, Federico Wagner . Nació el 12 de julio de 1850 en Broos (Hungría). Estudió medicina y ciencias en la Universidad de Viena, pasando luego a la Universidad de Erlangen (Alemania), donde obtuvo el doctorado en Medicina. En 1880, a los 30 años llegó a Esperanza. Instaló aquí su consultorio. En 1893 dejó de ejercer la profesión para dedicarse a las investigaciones agrícolas. El 26 de setiembre de 1889 la Academia Nacional Agrícola, Manufacturera y Comercial de Francia con asiento en París lo honró incorporándolo como miembro de la misma. Falleció en la ciudad de Rosario el 10 de julio de 1929.
5. Material relacionado con la vida escolar.
Cuando el inspector de colonias Wilcken visitó la colonia (1872), sólo alrededor de 55 de los niños en edad escolar concurrían a la escuela. Muchos padres retenían a sus hijos para que colaborasen en las faenas agrícolas. Los inspectores de colonias Coelho y Perkins dicen que los colonos se resistían a que sus hijos aprendieran las primeras letras en español. Los establecimientos educativos extranjeros desataban fuertes repulsas, al lado de la escuela del Estado, desierta y abandonada, se levantaba la escuela particular, que además de limitar la educación a los que podían pagarla, daba una educación más propia de países europeos que del nuestro. La enseñaza se hacía en idiomas extranjeros (francés, alemán e italiano), los niños conocían allí las tradiciones de sus padres. Esperanza y San Carlos tenían niveles educativos superiores a los de las dos grandes ciudades: Santa Fe y Rosario.
En 1863, Hutchinson describe la escuela y el plan educativo del maestro Helbling. Los niños de 5 a 12 años concurren a la escuela. Empieza con lectura, escritura y canto en el primer año, gramática en el segundo, composiciones en el tercero, geografía, aritmética y dibujo en el quinto, geometría en el sexto. Organizó además una clase de canto entre los jóvenes alemanes que entonaban melodías alemanas.
La escasez de maestros nativos obligó muchas veces a designar instructores que ignoraban la lengua española. Existían escuelas de primeras letras que dependían de la iglesia protestante, que por lo general enseñaban en alemán y de la iglesia católica que enseñaban en francés. En la sección oeste las escuelas enseñaban en alemán (Escuela alemana: hoy Ejército de los Andes o Juan María Aguirre?). En la sección este las escuelas enseñaban en francés (Escuela del maestro Gregorio Donnet ( ubicada al NE de la colonia), era con internado y Escuela del maestro Julio Aufranc (ubicada al SE de la colonia) Se exigió que la escuela inaugurada el 1 de enero de 1864 enseñe castellano. En una nota de la municipalidad (29 de diciembre de 1864), leemos: “el que quiera que sus hijos aprendan francés o alemán que lo cubra con sus gastos”.
En 1865, el gobernador Nicasio Oroño creó por decreto la escuela Graduada para Varones, cuyo preceptor fue Félix Coblentz. Funcionó desde 1877 donde hoy se halla el edificio de la escuela Normal. En 1866 el gobierno provincial nombró a Sofía Digier como preceptora para las niñas. Esta escuela tenía pocos alumnos, tal vez no porque los padres no mandaban sus hijos a la escuela, sino porque preferían mandarlos a las escuelas confesionales o privadas que se hallaban en el área rural y enseñaban en la lengua de sus antepasados. En 1874, se creó la escuela pública paso Vinal, hoy Mercedes Zabala de Iriondo en el barrio La Orilla, funcionaba en la casa cedida por Eulogia Rodriguez de Hernández.
En 1879, el maestro Pedro Dürst renunció al cargo de preceptor de la Escuela Municipal, se presentaron al aviso del Colono del Oeste, Rodolfo Luder, Santiago Sieler y Aurelio Thomas. En 1879 regenteaba la escuela en francés Raiss Vitos (en el este por el nombre de los alumnos: Miserez, Roullier, Berlincourt, Joliat, etc.). Se solicitó la apertura de la escuela que funcionaba en la esquina sudeste, concesión 57 de la sección este de la colonia, en la casa de Pedro Grenón por Bartolo Gachon (Pujol). El 20 de setiembre de 1880 se solicitó la construcción de un edificio para escuela primaria en el distrito correspondiente a la sección alemana en una parte y la otra parte a la francesa donde las dos se juntan en la mitad de la colonia Esperanza en el costado sur. Frente a Engler (Müller, Meyer, König, Stoessel, Zimmermann).
En 1891 los sacerdotes del Verbo Divino fundaron el colegio San José para varones, en 1895 se fundó el colegio Nuestra Señora del Huerto para niñas y en 1896 se crea la Escuela Normal Mixta.
6. Trajes típicos suizos.
Los trajes típicos tienen su origen en el siglo XVIII, en la vestimenta de los campesinos europeos. En el siglo XIX se comenzó a rescatar su diseño y colores. En 1896, en Zurich, Suiza, se realizó por primera vez una fiesta de trajes típicos. Posteriormente fueron conservados en el Museo Nacional Suizo.
Cada aldea, ciudad o región tiene su traje típico. Por ejemplo, el cantón suizo de Vaud, tiene 14 pares de trajes oficializados. La gente del campo usa trajes diferentes a los de la gente de la ciudad; los hay para todos los días y para los fines de semana o para fiestas especiales (Navidad, Pascuas, bodas, carnavales u otra celebración). También se diferencian según las clases sociales, no es lo mismo el traje de una persona del pueblo que el de una persona de la nobleza. En la actualidad en Suiza existe una Sociedad de Trajes Suizos que protege su uso y diseño. Los trajes no se prestan a otras personas, salvo aquellas que pertenecen a la misma aldea o lugar y no se usan combinados con otras vestimentas. Las mujeres que los llevan deben: “evitar las uñas pintadas, los párpados maquillados y fumar”.
En Suiza existen tiendas especiales (Heimatwerks) en las que se pueden adquirir las telas y los adornos (puntillas, encajes, sombreros) para confeccionar los trajes, pues no pueden hacerse de cualquier material. Los trajes de la aldea de Champéry (Suiza) son de un tejido estampado de color oscuro. El sombrero está confeccionado con una cinta plisada fuertemente que desplegada puede medir hasta sesenta metros.
Los otros países europeos, también tienen sus trajes típicos por regiones o aldeas: Alemania, Italia y España.
Los que se hallan en el Museo de la Colonización son réplicas de trajes folklóricos suizos. Fueron confeccionados de acuerdo con un álbum folklórico suizo por la Sra. Otilia Spuler de Schaller para conmemorar el centenario de la fundación de Esperanza en 1956; desde ese año se usaron los 8 de setiembre. Son 25 trajes que representan a los cantones suizos que existían en el momento de la fundación de Esperanza, a Argentina, Esperanza y Suiza.
Nuestros trajes folklóricos también son trajes típicos, los hay para cada región o provincia argentina.
7. Material referido al periodismo. Fue de mucha importancia en la colonia. Estaba ligado a la vida política. El periódico La Unión dirigido por el alemán Pedro Stein se editó de 1891 a 1912. Hasta 1897 tenía un suplemento semanal redactado en alemán y otro en italiano. Stein fue asesinado por causas políticas, el 21 de abril de 1912.
En 1910 Rodolfo Lehmann fundó el periódico El Colono para difundir sus ideas políticas, fue gobernador de la Provincia de Santa Fe de 1916 a 1919.
La linotipo que data de 1920, importada de Estados Unidos perteneció a este periódico. Era impulsada por un motor eléctrico y operada por un hombre. Componían las líneas de material que eran fundidas en plomo en su interior para conformar línea por línea lo que luego serían las columnas del diario. El operador se sentaba frente a un teclado con 90 teclas comunicadas por canales al depósito de matrices.
Al oprimir las teclas, se liberaban las matrices que caían por unas pequeñas puertas-trampa hacia una correa transportadora que las llevaba a la zona de montaje. Las matrices se colocaban en una barra de composición quedando así armada la línea con separación entre las palabras. El accionar de una palanca movía el conjunto para la realización automática de las operaciones restantes. El operador componía la línea siguiente. El proceso automático se iniciaba con tres movimientos hacia donde la matriz de línea esperaba que el metal fundido previamente de un caldero sea vertido para fabricar la línea de linotipo. La barra ya compuesta en plomo se depositaba en la galera. Una vez utilizada, la matriz era arrastrada con un movimiento vertical ascendente de vuelta al depósito de matrices. Las matrices de letras eran finas placas de bronce de 19 por 32 milímetros. El espesor de la letra variaba de acuerdo con el cuerpo y el estilo de ésta.
La linotipo componía en plomo las líneas de texto que el operador tipeaba. El material ya compuesto debía ser distribuido junto con los avisos y los clisés en las distintas páginas. Los títulos se componían en forma manual con tipos móviles en la sección tipografía. La fotografía se exponía durante 15 o 20 minutos a la luz, donde se tramaba sobre un vidrio presensibilizado que se revelaba químicamente. Se lo colocaba luego al vacío sobre una chapa pulida y sensibilizada de zinc, hierro y plomo, de aproximadamente 60 por 50 cm. y 2 mm. de espesor. Se le daba luz con un arco voltaico y se revelaba luego la chapa donde quedaba la foto impresa en espejo. Luego se la quemaba en un calentador para fijar la imagen y se la sometía a un leve baño de ácido, que comía las partes donde no había recibido luz. La chapa se cortaba para ser integrada a la página correspondiente. La confección de avisos se realizaba por separado y con un proceso parecido al de la fotografía , pero más complejo y largo. La fundición en plomo de matrices de avisos se denominaba estereopitia.
Una vez armada la página, se reproducía mediante la acción de una prensa mecánica. La imagen directa que estaba en plomo pasaba así a un cartón especial. La matriz de cartón se colocaba en una máquina que mediante un mecanismo complejo la cubría de plomo fundido. Se obtenía así su reproducción exacta en invertido, en una capa de plomo de forma curva de aproximadamente 1 cm. de espesor, que se ajustaba a los rodillos de la rotativa. Para evitar imperfecciones, se sometía la matriz a un fresado y pulido, que la dejaba lista para ser colocada en la rotativa. Una vez compuesto el material (original) se pasaba a la sección de corrección, donde se eliminaban los errores cometidos en la composición, linotipia o tipografía. La prueba equivocada volvía al taller donde se rehacía integramente la línea o el párrafo.
8. Instrumentos musicales.
Campanas y cencerros que usaban las vacas. Las campanas eran llevadas por las vacas suizas, tienen el nombre de su propietario, del lugar y la fecha donde se fabricaron. Aquí se usaron en las capillas. Los cencerros eran llevados por las vacas y las yeguas para indicar su camino a los otros animales o señalar a su dueño dónde estaba el rebaño. Los collares de cascabeles fueron usados por los caballos de los carros de los lecheros y los panaderos cuando hacían el reparto de leche y pan por las calles de la ciudad.
La música fue una de las actividades preferidas de suizos y alemanes. Instrumentos que pertenecieron a la Asociación Cultural, se inició en 1933 con la formación de un cuarteto de cuerdas. En 1935 tomó el nombre de Asociación Cultural de Esperanza. Poseía un grupo de teatro llamado Cuadro Filodramático de 52 integrantes. El violonchelo perteneció a Ricardo Tabernig (1907-1954), su director.
Uno de los violines perteneció a Héctor Espilondo, integrante de la orquesta, los timbales eran ejecutados por Néstor Dumortier. Como muchos de los integrantes de la orquesta sinfónica eran también integrantes de la Banda de Música Municipal, al cesar ésta como tal, por Decreto del Departamento Ejecutivo del 18 de setiembre de 1943, se originó un éxodo de los músicos que la componían hacia otros lugares del país. Ello fue el motivo fundamental para que la Asociación Cultural suspendiera sus festivales en el mes de octubre del mismo año. Para cumplir con las subvenciones otorgadas por el gobierno de Santa Fe y la municipalidad, la Asociación Cultural interrumpió definitivamente en 1955 sus actividades.
Los otros dos violines fueron fabricados por los carpinteros Pedro Bielsa y Primo Paravano.
En 1881 se creó la Sociedad Internacional de Música y en 1883 la banda “Armonía del Pueblo”, que fue subvencionada para que toque música en la plaza. En 1893, el periódico La Unión decía que Esperanza no tenía Banda de Música. En 1908 por ordenanza se creó la Banda que recién fue oficializada el 30 de mayo de 1918. Su Director fue el Sr. Jeannot
Entre 1920 y 1935, funcionó en el Centro Recreativo y Deportivo de esperanza, su director era Domingo Bretti y estaba integrada mayoritariamente por italianos.
El 29 de julio de 1925, el Departamento Ejecutivo ordena la construcción de una Caja Armónica en la Plaza San Martín. En 1933 se dicta un reglamento interno en el que se establece que el director debía ser un profesional En 1943 por Decreto del Departamento Ejecutivo Municipal cesó en sus funciones., dos años después reinició sus actividades.
8. La fotografía fue de gran importancia en nuestra zona. Los inmigrantes gustaban de tomar sus fotografías cuando se casaban, nacían sus hijos o fallecían para enviar a sus parientes en Europa, así como recibían este tipo de fotos de ellos.
En Esperanza existieron fotógrafos ambulantes (Wetzel y Tappa), que desde Santa Fe venían a Esperanza, quedaban unos días, hacían las fotos y luego se iban. Unos de los fotógrafos más importantes fue Ernesto Schlie sus fotos versaban sobre la campaña santafesina, los molinos, mataderos, escenas de campo: trilladoras. Era hijo de Jorge Schlie e Isabel Elz, ambos alemanes. Tenía un espíritu trashumante. Vivió en Esperanza, Rosario y Victoria (Entre Ríos).
Fernando Paillet nació en Esperanza en 1880, hijo de Felipe Paillet (belga) y Clotilde Insinger ( descendiente de suizos). En Santa Fe se incorporó al estudio fotográfico de Francisco Olivares. Perfeccionó sus estudios en Buenos Aires, Mar del Plata y Rosario, En La Plata ingresó a la Casa Cappeli como operador y retocador. De regreso se instaló en Esperanza. Alternó su oficio de fotógrafo con la pintura y la música. Dirigió el coro de la Sociedad de Canto. Le interesaron en especial los rostros, los gestos, las figuras de los colonos fundadores o sus hijos. Fotografió también antiguas casas de los pobladores, los paisajes del Salado, los grupos familiares, sus iglesias, los pocos indios que aún deambulaban por la ciudad y a los pintorescos automóviles de principio del siglo XX. También fotografió en el verano de 1922, los interiores de los bares y comercios de Esperanza. Falleció en 1967.
Objetos de uso femenino. La vida de las mujeres durante la colonia era muy sencilla. Dedicadas al trabajo doméstico y a las labores del campo en la época de cosecha, no poseían vestimentas y adornos sofisticados. Las carteras y anteojos que llevaban eran simples, los usaban para asistir a misa o cuando venían al pueblo para hacer las compras.
Juego de sala de Alois Tabernig. Hacia 1920, la sociedad esperancina debido al crecimiento económico pudo mejorar sus condiciones de vida para alcanzar un cierto refinamiento que puede compararse con el esplendor que tenían las casa adineradas de las grandes capitales. El juego de sala de la familia Tabernig nos da una idea de este esplendor.
El aparador y la mesa pertenecieron a la Sociedad de Damas de Beneficencia, que organizó el Hospital Vecinal de Esperanza. El reloj de pie perteneció a Fridolín Dallard, quien construyó la caja que contiene la máquina.
El piano de origen francés (1859) fue obsequiado por el empresario de colonias Mauricio Franck a una de las hijas de Santiago Denner, ya que era su padrino de Bautismo.
http://www.zingerling.com.ar/museo/contenido.htm